El desarrollo tecnológico y los nuevos hábitos de consumo han obligado a las empresas a digitalizar procesos operativos, para fortalecer el negocio en todos sus frentes y satisfacer las exigencias de los clientes modernos.
Pero esta transformación digital va más allá del uso de tecnologías como IoT, Big Data y Blockchain. Supone un cambio operativo en el que todos los procesos se adapten al nuevo modelo de negocio. En ese sentido, la cultura organizacional juega un papel fundamental.
Mediante una dirección estratégica correcta, una empresa puede adquirir herramientas tecnológicas, adaptar la infraestructura y establecer nuevas metodologías de trabajo.
Sin embargo, si el personal no está dispuesto a adaptarse a este nuevo panorama, es muy probable que la transición fracase. Se requiere de un cambio en la mentalidad de todo el equipo, así como en la forma en que operan y se relacionan entre sí los distintos departamentos de la compañía. En ese sentido, el cambio cultural es imprescindible.
La tecnología solo es una herramienta que determina la forma de realizar una tarea: son los empleados los que la manipulan y realizan todos los procesos operativos.
Para que la digitalización rinda todos sus frutos, es necesario que el equipo de trabajo tenga una mente abierta a la innovación, participación activa, sentido de cooperación y, lo más importante, que se genere una retroalimentación para mejorar de manera colectiva.
Si bien cada empresa genera sus propias dinámicas y procesos, podemos decir que hay un cambio en la cultura organizacional cuando:
No hay una fórmula que diga cómo alcanzar la cultura digital dentro de una empresa. Se trata de un trabajo que requiere de una dirección estratégica capaz de entender la digitalización en su totalidad, pues cambiar comportamientos arraigados no es tarea sencilla. Sin embargo, se pueden plantear algunas acciones generales:
Antes de pensar en la transformación digital de la empresa, hay que plantear estrategias que incentiven el cambio cultural. Así, evitaremos que los esfuerzos se conviertan en una fuga de capital, simplemente, porque el personal no estaba preparado para acoger una nueva metodología.